Buenos Aires
Buenos Aires:
cuadriculada fe de las
ausencias,
inhóspita paciencia de
los barrios,
contrabando de puertas y
balcones,
antecedente lúcido de
penas
y la esquina que juega
con la muerte.
Buenos Aires:
inmigrante sudor de la
esperanza,
horizonte de pampa en el
suburbio,
luna prestada, Cruz del
Sur herida,
calvario de empedrado en
el asfalto
y el auriga soñando en
el volante.
Buenos Aires:
grosera cortesía
apresurada,
juvenil delincuencia sin
apremios,
atropellada sombra de
cemento,
rumbo de estrella para
la montaña
y el lucero confinado en
los relojes.
Buenos Aires:
tonada de milonga en el
abrazo,
paso quebrado de
cuchillo y suerte,
pantalón de trencilla
sin requiebro,
angustia del pasado en
las guitarras
y los sones extraños
pirateando.
Buenos Aires:
ciudad de los milagros y
la espera,
antesala de arado y de
galope,
corazón de la tierra y
su paisaje,
calcinada emoción de los
recuerdos
y el río confirmando su
destino.
Buenos Aires:
pulso en la sangre de la
patria grande.
Victor Luis Molinari
Aquí estoy …
Aquí estoy,
yo, todos los habitantes
que la ciudad ha parido
solita, solita…
Aquí estoy,
yo, todas las luces de
Corrientes
y las fuentes de los
parques
y los caminitos de los
barrios,
las glicidas, los
jazmines
y los abuelos que se
hamacan
en las vereda.
Aquí estoy,
yo, todas las esperanzas
mutiladas,
y las noches de sueños y
fantasmas
y los cirujas del
suburbio
y los trenes envueltos
de sudor
y cansancio.
Aquí estoy,
yo, busco mi identidad
en la ciudad
ella es el doloroso
espejo donde mi
alma se mira,
y la única ventana por
donde mi
corazón asoma su
adolescente idilio.
Este amor
Amo una ciudad de calles
solitarias,
y hombres desconocidos,
amo una ciudad de
inviernos inseguros
y veranos tiernos,
amo la noche de la paz
y los días de coraje y
miedo
de sus habitantes.
Siento la blandura de
los enojos
y la pasión de la
amistad, en todas partes.
Siento mucho apuro de
vivir y
la parálisis de la
muerte, rondando …
Amo una ciudad de cielo
y horizonte,
de calles sucias y de
zaguanes,
de promesas y olvidos,
de penumbras …
¡Si supieras!
¡qué nostálgico y hondo
es este amor!
¡Ah! ¡si lo supieras!
Graciela Pericón
Buenos aires mi amante
Buenos Aires como una
extraña amante
me sonríe descalza desde
un lejano patio
que habita la ambigüedad
de mi memoria.
Ya por los visillos que
abren las ventanas
del recuerdo veo la atmósfera
de los espejos
donde se arrastran
personajes urdidos
por las telarañas de que
dejan los días.
Todo surge igual a una
escena sedienta
que me lleva hacia una
historia más intuida
que vista.
Entonces por los
desniveles de mi imaginación
siento la ansiedad de
sus calles
-mujer de ojos de pájaro
alucinado.
como una sangre que
corre por los canales
de la fatalidad.
Es una barcarola que
danza meciéndome
en la densidad del
sueño.
Atilio Jorge
Castilpoggio
A Buenos
Aires
Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este.
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león;
Bella sangre de prósperas razas
Esclarece tu altivo salvaje
Pinta su nombre sazón.
Arca fuerte de nuestra esperanza.
Fuste insigne de nuestro derecho.
Como el bronce leal sobre el pecho
Asegura al país tu honra fiel.
La genial Libertad, en tu cielo
Fino manto a la patria blasona,
Y eres tú quien le porta en corona
El decoro natal del laurel.
En tu frente, magnífica torre
De la estirpe, tranquila campea
corno amable paloma la idea
De ser grata a los hombres de paz...
esperanza la impulsa y, parece
Cuando así su remonte acaudalas.
Que de cielo le empluma las alas
Aquel soplo pujante y audaz.
Joya humana del mundo dichoso
Que te exalta a su bien venidero.
Como el alba anticipa al lucero
Aun dormida en su pálido tul,
Cada vez que otro día dorado
Te aproxima a la nueva ventura.
Se diría que el sol te inaugura
Sobre abismos más hondos de azul.
Certidumbre de días mejores
La igualdad de los hombres te inicia
En un vasto esplendor de justicia
Sin iglesia, sin sable y sin ley
Gajo vil de ignorancia y miseria
Todavía espinando retoña
Sobre la áspera Cruz de Borgoña
Que trozaste en los tiempos del rey.
Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este.
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león;
Bella sangre de prósperas razas
Esclarece tu altivo salvaje
Pinta su nombre sazón.
Arca fuerte de nuestra esperanza.
Fuste insigne de nuestro derecho.
Como el bronce leal sobre el pecho
Asegura al país tu honra fiel.
La genial Libertad, en tu cielo
Fino manto a la patria blasona,
Y eres tú quien le porta en corona
El decoro natal del laurel.
En tu frente, magnífica torre
De la estirpe, tranquila campea
corno amable paloma la idea
De ser grata a los hombres de paz...
esperanza la impulsa y, parece
Cuando así su remonte acaudalas.
Que de cielo le empluma las alas
Aquel soplo pujante y audaz.
Joya humana del mundo dichoso
Que te exalta a su bien venidero.
Como el alba anticipa al lucero
Aun dormida en su pálido tul,
Cada vez que otro día dorado
Te aproxima a la nueva ventura.
Se diría que el sol te inaugura
Sobre abismos más hondos de azul.
Certidumbre de días mejores
La igualdad de los hombres te inicia
En un vasto esplendor de justicia
Sin iglesia, sin sable y sin ley
Gajo vil de ignorancia y miseria
Todavía espinando retoña
Sobre la áspera Cruz de Borgoña
Que trozaste en los tiempos del rey.