miércoles, 26 de septiembre de 2012

Poemas para TP 5to


Buenos Aires

Buenos Aires:
cuadriculada fe de las ausencias,
inhóspita paciencia de los barrios,
contrabando de puertas y balcones,
antecedente lúcido de penas
y la esquina que juega con la muerte.


Buenos Aires:
inmigrante sudor de la esperanza,
horizonte de pampa en el suburbio,
luna prestada, Cruz del Sur herida,
calvario de empedrado en el asfalto
y el auriga soñando en el volante.

Buenos Aires:
grosera cortesía apresurada,
juvenil delincuencia sin apremios,
atropellada sombra de cemento,
rumbo de estrella para la montaña
y el lucero confinado en los relojes.

Buenos Aires:
tonada de milonga en el abrazo,
paso quebrado de cuchillo y suerte,
pantalón de trencilla sin requiebro,
angustia del pasado en las guitarras
y los sones extraños pirateando.

Buenos Aires:
ciudad de los milagros y la espera,
antesala de arado y de galope,
corazón de la tierra y su paisaje,
calcinada emoción de los recuerdos
y el río confirmando su destino.

Buenos Aires:
pulso en la sangre de la patria grande.

Victor Luis Molinari


Aquí estoy …

Aquí estoy,
yo, todos los habitantes
que la ciudad ha parido
solita, solita…

Aquí estoy,
yo, todas las luces de Corrientes
y las fuentes de los parques
y los caminitos de los barrios,
las glicidas, los jazmines
y los abuelos que se hamacan
en las vereda.

Aquí estoy,
yo, todas las esperanzas mutiladas,
y las noches de sueños y fantasmas
y los cirujas del suburbio
y los trenes envueltos de sudor
y cansancio.

Aquí estoy,
yo, busco mi identidad en la ciudad
ella es el doloroso espejo donde mi
alma se mira,
y la única ventana por donde mi
corazón asoma su adolescente idilio.

Este amor

Amo una ciudad de calles solitarias,
y hombres desconocidos,
amo una ciudad de inviernos inseguros
y veranos tiernos,
amo la noche de la paz
y los días de coraje y miedo
de sus habitantes.
Siento la blandura de los enojos
y la pasión de la amistad, en todas partes.
Siento mucho apuro de vivir y
la parálisis de la muerte, rondando …

Amo una ciudad de cielo y horizonte,
de calles sucias y de zaguanes,
de promesas y olvidos,
de penumbras …

¡Si supieras!
¡qué nostálgico y hondo
es este amor!
¡Ah! ¡si lo supieras!

Graciela Pericón


Buenos aires mi amante

Buenos Aires como una extraña amante
me sonríe descalza desde un lejano patio
que habita la ambigüedad de mi memoria.

Ya por los visillos que abren las ventanas
del recuerdo veo la atmósfera de los espejos
donde se arrastran personajes urdidos
por las telarañas de que dejan los días.

Todo surge igual a una escena sedienta
que me lleva hacia una historia más intuida
que vista.

Entonces por los desniveles de mi imaginación
siento la ansiedad de sus calles
-mujer de ojos de pájaro alucinado.
como una sangre que corre por los canales
de la fatalidad.
Es una barcarola que danza meciéndome
en la densidad del sueño.

Atilio Jorge Castilpoggio

A Buenos Aires

Primogénita ilustre del Plata,
En solar apertura hacia el Este.
Donde atado a tu cinta celeste
Va el gran río color de león;
Bella sangre de prósperas razas
Esclarece tu altivo salvaje
Pinta su nombre sazón.

Arca fuerte de nuestra esperanza.
Fuste insigne de nuestro derecho.
Como el bronce leal sobre el pecho
Asegura al país tu honra fiel.
La genial Libertad, en tu cielo
Fino manto a la patria blasona,
Y eres tú quien le porta en corona
El decoro natal del laurel.

En tu frente, magnífica torre
De la estirpe, tranquila campea
corno amable paloma la idea
De ser grata a los hombres de paz...
esperanza la impulsa y, parece
Cuando así su remonte acaudalas.
Que de cielo le empluma las alas
Aquel soplo pujante y audaz.

Joya humana del mundo dichoso
Que te exalta a su bien venidero.
Como el alba anticipa al lucero
Aun dormida en su pálido tul,
Cada vez que otro día dorado
Te aproxima a la nueva ventura.
Se diría que el sol te inaugura
Sobre abismos más hondos de azul.

Certidumbre de días mejores
La igualdad de los hombres te inicia
En un vasto esplendor de justicia
Sin iglesia, sin sable y sin ley
Gajo vil de ignorancia y miseria
Todavía espinando retoña
Sobre la áspera Cruz de Borgoña
Que trozaste en los tiempos del rey.

Leopoldo Lugones