domingo, 28 de agosto de 2011
Baudelaire
¡Ah!, queréis saber por qué hoy os aborrezco. Más fácil os será comprenderlo, sin duda, que a mí explicároslo; porque sois, creo yo, el mejor ejemplo de impermeabilidad femenina que pueda encontrarse.
Juntos pasamos un largo día, que me pareció corto. Nos habíamos hecho la promesa de que todos los pensamientos serían comunes para los dos, y nuestras almas ya no serían en adelante más que una; ensueño que nada tiene de original, después de todo, a no ser que, soñándolo todos los hombres, nunca lo realizó ninguno.
Al anochecer, un poco fatigada, quisisteis sentaros delante de un café nuevo que hacía esquina a un bulevar, nuevo, lleno todavía de cascotes y ostentando ya gloriosamente sus esplendores, sin concluir. Centelleaba el café. El gas mismo desplegaba todo el ardor de un estreno, e iluminaba con todas sus fuerzas los muros cegadores de blancura, los lienzos deslumbradores de los espejos, los oros de las medias cañas y de las cornisas, los pajes de mejillas infladas arrastrados por los perros en traílla, las damas risueñas con el halcón posado en el puño, las ninfas y las diosas que llevaban sobre la cabeza frutas, pasteles y caza; las Hebes y las Ganimedes ofreciendo a brazo tendido el anforilla de jarabe o el obelisco bicolor de los helados con copete: la historia entera de la mitología puesta al servicio de la gula.
Enfrente mismo de nosotros, en el arroyo, estaba plantado un pobre hombre de unos cuarenta años, de faz cansada y barba canosa; llevaba de la mano a un niño, y con el otro brazo sostenía a una criatura débil para andar todavía. Hacía de niñera, y sacaba a sus hijos a tomar el aire del anochecer. Todos harapientos. Las tres caras tenían extraordinaria seriedad, y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con una admiración igual, que los años matizaban de modo diverso.
Los ojos del padre decían: «¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! ¡Parece como si todo el oro del mísero mundo se hubiera colocado en esas paredes!» Los ojos del niño: «¡Qué hermoso!, ¡qué hermoso!; ¡pero es una casa donde sólo puede entrar la gente que no es como nosotros!» Los ojos del más chico estaban fascinados de sobra para expresar cosa distinta de un gozo estúpido y profundo.
Los cancioneros suelen decir que el placer vuelve al alma buena y ablanda los corazones. Por lo que a mí toca, la canción dijo bien aquella tarde. No sólo me había enternecido aquella familia de ojos, sino que me avergonzaba un tanto de nuestros vasos y de nuestras botellas, mayores que nuestra sed. Volvía yo los ojos hacia los vuestros, querido amor mío, para leer en ellos mi pensamiento; me sumergía en vuestros ojos tan bellos y tan extrañamente dulces, en vuestros ojos verdes, habitados por el capricho e inspirados por la Luna, cuando me dijisteis: «¡Esa gente me está siendo insoportable con sus ojos tan abiertos como puertas cocheras! ¿Por qué no pedís al dueño del café que los haga alejarse?»
¡Tan difícil es entenderse, ángel querido, y tan incomunicable el pensamiento, aun entre seres que se aman!
Rubén Darío
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
Modernismo
Nacimiento del Modernismo
Hacia 1880, la mayoría de los países americanos de habla hispana ha alcanzado cierto orden interno que se refleja en una economía floreciente. En las naciones de mayor poderío económico, la apertura de la corriente europea multiplica las colonias agrícolas, cuyo empuje es definitorio para alcanzar un anhelo largamente deseado por los americanos: la exportación de los productos agropecuarios. La ganancia permite la transformación de las ciudades coloniales en urbes cosmopolitas.
Sobre este panorama general de progreso incide un hecho que marcará profundamente la literatura de fin de siglo: la intervención de EEUU en la guerra por la independencia de Cuba provoca la derrota de la Madre Patria, pero despierta al mismo tiempo, un sentimiento de revaloración de los español, opuesto a aquel que inspirara el rechazo del Romanticismo.
Las últimas manifestaciones de un Romanticismo tardío demuestran la necesidad de una renovación estética que anuncie al mundo la independencia cultural de los países americanos. Esa renovación surge en varios países de América Central, donde un puñado de adelantados conocedores de las últimas novedades literarias francesas, plasma una nueva manera de decir en español, el Modernismo.
Influencias del Modernismo
El Parnasianismo: Dedicados al género lírico, cultivaron una poesía de forma perfecta, cuyo centro fueron los temas de la Grecia clásica.
El Simbolismo: Reunió a una mayoría de poetas que, habiendo pertenecido a las filas parnasianas, evolucionó hacia modos de expresión más novedosos. Poetas como Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé dieron al verso efectos musicales, creando una riqueza imaginativa y sugerente llena de imágenes plásticas. El Simbolismo buscó la renovación expresiva a través de la creación de símbolos capaces de traducir un sinfín de impresiones provocadas por las correspondencias sensoriales.
El Impresionismo: Es una escuela pictórica que surge en Paris entre 1868 y 1875, que atribuye un gran valor a la luz solar, única capaz de producir los colores con los que la naturaleza se viste. Los modernistas se interesaron por las propuestas impresionistas.
Caracteres del Modernismo Literario
Basado en el sentimiento de libertad y en la exaltación de lo subjetivo, que heredara del Romanticismo, el Modernismo buscó la perfección de la forma. Unió a esto el anhelo de la novedad expresiva que predicaron los simbolistas.
El objetivo de alcanzar la musicalidad, aun en la prosa, combinado con el deseo de volcar en la expresión literaria efectos luminosos a la manera del Impresionismo pictórico, dio como resultado una prosa alada, rítmica, engalanada con adjetivos novedosos y símbolos de elegancia plástica, capaces de apuntar a distintos planos sensoriales al mismo tiempo. Así el cisne, el pavo real y la flor de Liz, enriquecieron en formas colores y sonidos las creaciones de los modernistas.
El Modernismo nació en los países de América Central, sus iniciadores fueron José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva y Julián del Casal. La muerte prematura de todos ellos convirtió a Rubén Darío en portavoz del Modernismo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)