jueves, 3 de mayo de 2012

Un poco más de contexto para el Himno


Ilustrados y Neoclásicos
El barroco se extiende en América a lo largo de todo el siglo XVIII, retrasando la llegada del neoclasicismo. Sin embargo, durante todo el siglo se documentan cambios profundos que repercuten tanto en la literatura, como en la política, la economía, la educación y la sociedad de esa época. Estas tendencias renovadoras son las de la ilustración.
El cambio de las mentalidades y gustos estéticos que implica el paso del Barroco a las letras de la independencia, abarca en nuestro continente la segunda mitad del siglo XVIII.
La cultura y las letras del setecientos hispanoamericano en sus tendencias innovadoras
Durante el siglo XVIII es Hispanoamérica encontramos el margen de la continuidad del espíritu barroco todavía vigente, y en oposición con él, vertientes culturales innovadoras:
  • el humanismo de los jesuitas;
  • el intenso cultivo de las ciencias naturales;
  • el cosmopolitismo viajero y, como consecuencia, el intercambio intelectual, no solo en España, sino en toda Europa;
  • las preocupaciones por las reformas de la educación;
  • la conciencia del común destino hispanoamericano;
  • el triunfo del neoclasicismo, en las últimas décadas del siglo.
En lo estrictamente literario, durante la segunda mitad del siglo XVIII se imitan los modelos españoles, con intensificación de algunas notas y novedad de otras pocas. Vale destacar:


  • el descontento agresivo y la actitud satírica;
  • el didactismo progresista;
  • el surgimiento periodismo;
  • la exaltación de América;
  • el despertar del localismo;
  • la actualización del tema del indio y de lo autóctono.
La literatura porteña de la independencia
Desde la llegada española se fue produciendo en América una toma de conciencia muy notoria sobre los principios de autonomía, independencia de países, búsqueda de raíces y por lo tanto, de identidad y cambios profundos en los modos de encarar la relación con España en principio y con otros países luego.
El signo de la consolidación de estos principios son las llamadas epopeyas revolucionarias que dejan sus huellas en la literatura a través de la lírica y la prosa y se “asientan” en movimientos filosóficos y artísticos.
El 25 de mayo de 1810 un grupo de patriotas daba el primer grito de libertad. Para alentar la causa de la Independencia y la nacionalidad incipiente, surgió una poesía de circunstancias, rica en numen y repetitiva en imágenes y vocabulario, pero plena de entusiasmo y fervor patrio. Así, desde las columnas del periodismo y a través de las representaciones teatrales, la poesía patriótica recitada en las tertulias o transmitida en forma anónima, exaltó a los héroes y cantó sus victorias.
Un himno es una celebración, un canto festivo que habla de una gesta de vida, de proyecto de independencia y de libertad. El Himno Nacional Argentino consta de 76 versos y abunda en recursos estilísticos: anáforas, personificaciones, metáforas, metonimias, onomatopeyas e interrogaciones retóricas. Hay alusiones mitológicas a hechos históricos que marcaron camino en la liberación del país. 

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