jueves, 19 de mayo de 2011

Las expresiones poéticas: sus características y motivaciones

   Las manifestaciones poéticas de Buenos Aires durante el virreinato fueron, sobre todo, expresiones de homenaje cortesano, de humor y sátira, de exaltación y propaganda, sin que faltaran las de religiosidad y devoción. 
   Destinadas solo ocasionalmente a la imprenta, es mucho lo que se ha perdido. Las más corrieron manuscritas y animaron las tertulias de la época.
   Podemos agruparlas, sobre la base de lo que se ha recogido - que no es mucho - en torno de cuatro hechos:

  • la erección del virreinato y los triunfos de Ceballos (1777);
  • la "guerra de los sonetos" (1786); 
  • la publicación de Telégrafo Mercantil (1801 - 1802);
  • las invasiones inglesas (1806 - 1807)

Acicates para la creación literaria: hubo que crearlos

Imprenta

   Buenos Aires contó, en 1780, con su primera imprenta, traída desde Córdoba, donde había quedado abandonada por los jesuitas en los sótanos del Colegio de Monserrat. Más de 2100 piezas conocidas constituyen, hasta 1810, los frutos de su empeñosa labor. Llevó el nombre de Imprenta de Niños Expósitos, por la obra pía que sostuvo. Su primera tarea de largo aliento, desde el punto de vista literario, fue, a comienzos del S XIX, el Telégrafo Mercantil, en cuyas páginas, por primera vez, se vieron en letras de molde varios poetas nativos. La difusión de obras de creación estética había sido escasa en sus veinte años iniciales, y nula o casi nula, la de creadores argentinos. 

Teatro público estable

   Nuestra primera sala de teatro público estable, un modesto "galpón de madera cubierto de paja", conocido por el nombre de La Ranchería (foto), abrió sus puertas es 1783. Funcionó hasta 1792, año en que se incendió. 
   Después de un paréntesis de doce años, el Coliseo provisional promovió nuevas expectativas, si bien de corta duración: se cerró en 1806.
   El repertorio - salvo el Siripo y la loa La inclusa, ambos de Lavardén, que se representaron en La Ranchería (1789), y un sainete anónimo, de tema rural y ambiente costumbrista, El amor de la estanciera - fue el usual en toda América, es decir, de procedencia peninsular. 

Estudios

   Importante influencia cultural ejercieron los reales estudios, establecidos en 1772 sobre la base del antiguo colegio jesuítico de San Ignacio. Fueron dirigidos, desde su instauración, por Juan Baltasar Maziel, su ilustre cancelario, quien estuvo catorce años al frente de su regencia. En 1783, se creó un convictorio o pupilaje anexo que permitió la afluencia de jóvenes del interior. Colegio y convictorio se conocen con el nombre de Real Colegio de San Carlos o Real Colegio Carolino.
   Buenos Aires no logró, durante el virreinato, que se fundara, conforme a sus aspiraciones, una universidad. A falta de estudios superiores, el Carolino fue centro irradiador de cultura. Se distinguió por la seriedad de sus enseñanzas y la valía de los catedráticos.

Periódicos

   Tres periódicos de importancia, más una Gaceta del Gobierno, de escaso interés, vieron la luz en Buenos Aires, entre 1801 y 1810: el Telégrafo mercantil (nuestro primer periódico llamado Telégrafo mercantil, rural, político, económico e historiográfico del Río de la Plata), el Semanario de agricultura y el Correo de comercio


El Virreinato del Río de la Plata

   La creación del Virreinato del Río de la Plata, dispuesta el 1° de agosto de 1776, significó para Buenos Aires algo así como su tercera fundación, la de su despegue político, económico y cultural. 
  La aldea pobre, que durante casi dos siglos había vivido olvidada en los confines, junto al estatuario de escaso movimiento marítimo, que crecía lenta entre la inmensa llanura despoblada y el río inmóvil, comenzó a cobrar, en el siglo XVIII, conciencia de su valía y de sus derechos. En particular, durante la gobernación de Pedro de Ceballos (1756-1766). Derechos siempre postergados en beneficio de lima y de su puerto, El Callao. Valía que la cuestión de límites con Portugal y las amenazas de su aliada Inglaterra pusieron sobre el tapete. Su riqueza agropecuaria, su ubicación estratégica sobre el Atlántico, y , sobre todo, las pretensiones extranjeras, determinaron la erección del cuarto y último virreinato español en indias. Conjuntamente, se dispuso una expedición militar en gran escala contra la provocación lusitana. Ambas misiones fueron confiadas a Ceballos.  
   el 15 de octubre de1777, en que Ceballos - el progresista gobernante de otrora, cubierto de gloria por sus triunfos en Santa Catalina y Colonia de Sacramento - volvió a pisar las playas de Buenos Aires como su primer virrey; ese día y el 6 de noviembre de 1777, en que firmó el Auto libre de internación, que abrió nuestro puerto al comercio, son fechas que marcan un giro violento del eje político y económico del continente hacia esta capital. Tales hechos y el Reglamento para el comercio libre de España e India promulgado por Carlos III, en 1778, que favorecía especialmente a Buenos Aires, cambiaron el curso de su historia.
   Los treinta y tanto años que corren hasta 1810, "parcos y recios años de virreinato", recogen el primer capítulo de la literatura porteña, peldaño que pone a Buenos Aires en la senda de transformarse, a partir del Romanticismo, en la gran capital literaria del continente. Capítulo, sin duda, modesto, pero fundacional, en que hay que hacerlo todo o casi todo, empezando por los mínimos estímulos para la vida de la cultura.