Imprenta
Buenos Aires contó, en 1780, con su primera imprenta, traída desde Córdoba, donde había quedado abandonada por los jesuitas en los sótanos del Colegio de Monserrat. Más de 2100 piezas conocidas constituyen, hasta 1810, los frutos de su empeñosa labor. Llevó el nombre de Imprenta de Niños Expósitos, por la obra pía que sostuvo. Su primera tarea de largo aliento, desde el punto de vista literario, fue, a comienzos del S XIX, el Telégrafo Mercantil, en cuyas páginas, por primera vez, se vieron en letras de molde varios poetas nativos. La difusión de obras de creación estética había sido escasa en sus veinte años iniciales, y nula o casi nula, la de creadores argentinos.
Teatro público estable
Nuestra primera sala de teatro público estable, un modesto "galpón de madera cubierto de paja", conocido por el nombre de La Ranchería (foto), abrió sus puertas es 1783. Funcionó hasta 1792, año en que se incendió.
Después de un paréntesis de doce años, el Coliseo provisional promovió nuevas expectativas, si bien de corta duración: se cerró en 1806.
El repertorio - salvo el Siripo y la loa La inclusa, ambos de Lavardén, que se representaron en La Ranchería (1789), y un sainete anónimo, de tema rural y ambiente costumbrista, El amor de la estanciera - fue el usual en toda América, es decir, de procedencia peninsular.
Estudios
Importante influencia cultural ejercieron los reales estudios, establecidos en 1772 sobre la base del antiguo colegio jesuítico de San Ignacio. Fueron dirigidos, desde su instauración, por Juan Baltasar Maziel, su ilustre cancelario, quien estuvo catorce años al frente de su regencia. En 1783, se creó un convictorio o pupilaje anexo que permitió la afluencia de jóvenes del interior. Colegio y convictorio se conocen con el nombre de Real Colegio de San Carlos o Real Colegio Carolino.
Buenos Aires no logró, durante el virreinato, que se fundara, conforme a sus aspiraciones, una universidad. A falta de estudios superiores, el Carolino fue centro irradiador de cultura. Se distinguió por la seriedad de sus enseñanzas y la valía de los catedráticos.
Periódicos
Tres periódicos de importancia, más una Gaceta del Gobierno, de escaso interés, vieron la luz en Buenos Aires, entre 1801 y 1810: el Telégrafo mercantil (nuestro primer periódico llamado Telégrafo mercantil, rural, político, económico e historiográfico del Río de la Plata), el Semanario de agricultura y el Correo de comercio.
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